En América del norte, los indígenas utilizaban los tatuajes como parte del ritual de paso. Cuando una
 persona pasaba de la pubertad a la adultez se la tatuaba con el fin de 
proteger su alma. Sin embargo, ésta no era la única utilización ritual 
que se hacía del tatuaje en esta región del mundo. En América central, 
las tribus utilizaban los tatuajes a modo de conmemoración de los caídos
 en batalla y como forma de adoración de los dioses.
 Los tatuajes en el cuerpo indígena hacían a la persona única e inconfundible. Cuanto más complicado era el diseño del tatuaje mayor era el ascenso en su rango social. Se tatuaban de la cabeza a los pies, comenzaban a los 8 años y era un proceso lento y doloroso; los tatuajes se embellecían y renovaban durante toda la vida.


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