Si bien todo el mundo atraviesa por etapas de crisis en la vida, hay personas que deben transmitir sus experiencias de una manera más tangible, la que plasman en el cuerpo con el tatuaje.
El tatuaje no se inscribe en las modas pasajeras, ya que dura para toda la vida. Además se ha transformado en una nueva modalidad de arte. Está asociado con la adolescencia porque es la etapa de la rebeldía, donde se pugna por encontrar nuevas formas de identificarse y de diferenciarse de sus progenitores. El tatuaje proporciona un sentimiento de identidad nuevo. Por otra parte, conjuntamente con los piercing y las cirugías plásticas, es una forma de canalizar las inquietudes a través del cuerpo.
El significado del tatuaje en hombres y mujeres es diferente. En la mujer se asocia con la liberación sexual, esto determina las zonas del cuerpo donde suelen localizarse. En cambio, en el hombre suele representar un acto de virilidad, ya que el dolor los lleva a una consciencia más profunda de su ser y les da sentimiento de pertenencia a un grupo.
En esta sociedad de consumo, el tatuaje puede llegar a convertirse en una adicción similar al consumo de drogas.
En lo psicológico, el tatuaje cumple una función reparadora de algún aspecto faltante, puede compensar situaciones de pérdida, tanto de un ser querido como de aspiraciones no cumplidas. También puede ser un medio para expresar afectos y regular tensiones internas.
Si bien está asociado a un sentimiento de permanencia, en la actualidad existen técnicas para su remoción, lo que permite desprenderse de él cuando la situación original ya no tiene vigencia.
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